Generación Z, los nuevos gladiadores

Uno de los debates que más enciende a los expertos en Recursos Humanos es sin duda la gestión del talento, un problema en el que cada vez más empresas se ver involucradas a la hora de contratar personal cualificado y que cada vez es más complicado saber como “ilusionar” a los candidatos elegidos.

A esto hay que añadir que las nuevas generaciones de profesionales llamadas “generación Z” tienen claro que en su proyecto profesional no se encuentra la idea de buscar un trabajo en el que les paguen un sueldo y les hagan un contrato laboral fijo.

Nos encontramos ante unos profesionales que lo que buscan es un proyecto que les ilusione, que les aporte conocimiento, unos buenos ingresos y -muy importante- tiempo para desarrollarse personalmente.

Visto así, parece un disparate en un país con más de un 16% de paro, un nivel salarial lamentable y unas expectativas de formación dentro de las empresas tercermundista, en donde la oferta laboral en el entorno profesional es poco exigente en lo que a cualificación se refiere y muy exigente en lo que a soluciones del día a día se exige.

Entonces, ¿cómo es posible que ante una oferta tan mala nos encontremos ante una demanda tan exigente?, es sencillo, cada vez más es imprescindible un nivel de exigencia mayor, una formación mucho más cualificada y sobre todo un compromiso por ambas partes a la hora de poner en marcha un proyecto y eso requiere que tanto la empresa y los trabajadores adquieran ese nivel de responsabilidad que demanda el cliente que al final es quien exige y decide.

Comenzamos este año con leves escarceos por parte de esta nueva generación a la hora de buscar trabajo hablando de proyectos y no de empleo, este mensaje ha ido calando y se está convirtiendo en bandera de esta nueva y cualificada “generación Z” que llega a exigir unos requisitos impensables hace tan solo unos pocos años.

Por otra parte, las empresas tienen que empezar a plantearse si prefieren dar servicios de alto nivel o como suele pasar hasta ahora salir del paso cuando hay un problema y solucionarlo como sea.

Estamos en un momento donde el protagonista ya no es el cliente, esto ha pasado a un segundo plano, ahora el foco, el servicio y a quién hay que escuchar es al usuario y como tal hacia el hay que orientar los servicios y para dar esos servicios hay que contar con personas con una visión del problema muy diferente, pensando más en el usuario que en la empresa.

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