Ciberseguridad y gastronomía: un curioso paralelismo
TPB292, jul19. De un tiempo a esta parte, todo el mundo habla de ciberseguridad. No es sólo que el concepto haya traspasado los límites del sector tecnológico y llegado hasta los medios de comunicación generalistas. Es que la seguridad informática, en cualquiera de sus múltiples formas (ataques, virus, privacidad, ciberdelincuencia, etc.), ha llegado hasta los salones de nuestros hogares. Todo el mundo sabe (o dice saber) sobre ciberseguridad.
ESTA SITUACIÓN, que a priori debería ser muy positiva, genera sin embargo cierta preocupación en algunos expertos, que tienen la sensación de que con la ciberseguridad está pasando como con la cocina: todo el mundo es capaz de hacer sus “pinitos” en casa. Y hay gente que incluso cocina muy bien, pero muy pocos son capaces de llegar a ser un chef con tres estrellas Michelín.
Cada vez es más difícil diferenciar en la carta un buen plato de alta cocina de otros que simplemente añaden “espumas y aires” al sanjacobo de toda la vida. ¿Por qué cabría esperar que el ciudadano medio (o el empresario medio) sepa diferenciar la ciberseguridad de “cinco tenedores” de la ciberseguridad de tipo “fast food”?
Sí, es cierto que la ciberseguridad fast food puede ser considerada también ciberseguridad, y aunque los niveles de protección que ofrece pueden ser limitados, vale más contar con ella que con ninguna -al igual que ocurre con la comida-. La gran diferencia es que la mayor parte de la sociedad es capaz de distinguir la comida “rápida” de la que no lo es, y sabe qué esperar si la elige, mientras que con la ciberseguridad esto es mucho más difícil.
Y eso es preocupante, porque la ciberseguridad de eslóganes machacones y promesas fáciles puede llegar a confundir a una sociedad que, en general, todavía no está lo suficientemente preparada como para distinguir entre categorías. Y es preocupante que algunos puedan llegar a pensar que, si toda la ciberseguridad es ciberseguridad, lo único importante es el coste. Pero sobre todo preocupa que la sociedad pueda llegar a interpretar que esa ciberseguridad, fácil pero muy limitada, es la única ciberseguridad esperable.
No nos engañemos. La ciberseguridad de primera categoría es más cara que la ciberseguridad fast food, al igual que ocurre con la gastronomía. Los ingredientes (tecnologías) son un factor clave, pero hay muchos más factores a tener en cuenta para conseguir una ciberseguridad de tres estrellas.
La experiencia y especialización de los profesionales será fundamental, al igual que lo es la manera de organizar y gestionar la cocina, y si todo ello no se complementa con una visión de servicio plenamente orientada a las necesidades del cliente, el resultado final puede no llegar a ser el deseado. Pero, ¿qué ocurriría si jamás hubiera usted probado la comida cocinada? Al oír que existe una comida más deliciosa, ¿seguiría conformándose con los sabores que le ofrecen las grandes multinacionales de la comida rápida? ¿Seguiría pensando que ése es el sabor real de la ciberseguridad?
Probablemente, el siguiente paso que tenga que dar la sociedad en materia de ciberseguridad sea el de “educar el paladar” de los ciudadanos como parte de su evolución hacia la ciudadanía digital. Y, en este sentido, el papel de las empresas del sector es clave, sobre todo en cuanto a concienciación y sensibilización, ambas fundamentales para que podamos desarrollar una visión crítica sobre este apartado.
Mientras tanto, sólo nos queda seguir trabajando para mantener los elevados niveles de ciberseguridad que hemos llegado a alcanzar… y buscar nuevas vías para demostrar que, en materia de ciberseguridad, el producto cuenta.
Joseba Enjuto,
Head of Consulting Department de S21Sec